miércoles, diciembre 28, 2005

Para la vanidad...

Descubrí por accidente que tengo detractores tan freakies y clavados que hasta inaguraron mi propio TUCOM: Todos Unidos contra Medel.

La verdad, siento un placer extraño ante tal situación... Creo que a final de cuentas el ego, mi ego, está cañón...

Feliz año y larga vida a mi TUCOM...

viernes, diciembre 16, 2005

Impacto

9:22 a.m. CRASH!!!!!

Mi auto nuevo duró 4 meses sin golpes...
Mis rodillas duraron 2 semanas sin moretones...
Mi cuello duró 29 años sin esguinces cervicales...
Mi ánimo duró 38 minutos sin altibajos...
Mi cerebro duró un par de días sin percibir dolor alguno...
Mis lagrimales duraron 9 días sin llorar...

martes, diciembre 13, 2005

jueves, diciembre 08, 2005

Pelé

Hace un mes estuve en Hawaii. Nunca lo planee ni lo imaginé, pero un día de repente estaba en medio de una isla en la que la gente anda por la calle con camisas floreadas, las olas del mar alcanzan 15 metros de altura, mis adolescentes fantasías con Ken el de Barbie se materializan en hombres reales con músculos tostados y tablas de surf y las cinturas de las mujeres parecen en verdad de hule cuando bailan esos ritmos que todas queríamos aprender cuando eramos chavitas, con nuestras falditas de tiritas y cocos en donde algún día estarían las bubs.

En realidad, Hawaii es un lugar capitalista de mierda: las habitaciones de los hoteles más o menos agradables van de un rango de 400 a 1200 dólares por noche, el transporte entre islas es únicamente aéreo y los taxis cobran 200 dólares por un recorrido de 40 kilómetros. Las calles de Waikiki son muy similares a las de Miami, con boutiques Gucci, Louis Vuitton y ya mínimo Banana Republic. Por supuesto que siendo una consumista irremediable aunque a veces autoflagelada, me encantó. También me encantó su toque tan pop y tan mainstream, como el hecho de pisar los lugares en donde se filma Lost y donde se filmaron películas famosas pero mediocres como Jurassic Park, 5o first dates, la Isla de la Fantasía y Magnum... Y, vaya, no lo puedo evitar, disfruté Pearl Harbor con un extraño sabor amargo en la boca, que me hacía regocijarme ante el sitio histórico, importante para los WWII freaks y para los estudiantes de las relaciones internacionales, pero también sentirme abatida por estar pisando el escenario de la muerte de tantas y tantas personas.

Además de tanto placer artificial, a final de cuentas y para mi propio alivio, lo que más me gustó fue Hawaii por sí mismo. Las playas, las olas de 15 metros de altura, la isla de Oahu que en el norte es fría y lluviosa y en el sur cálida y tropical, las nubes en el cielo que se confundía con el mar, las cañadas, los bosquecitos en medio de la nada y junto a un mar repentino y fortachón, y, sobre todo, la Big Island con su Mauna Loa, Mauna Kea y Kilawea, éste último la casa de Pelé.

La leyenda es simple y poco original, bonita y muy femenina. Pelé es la diosa del fuego. Viajaba con sus hermanos por el Pacífico buscando construirse un hogar para ella sola, para alcanzar su independencia (diosa empoderada, pues). Hacía estallar su cetro de fuego en el mar para ver si se solidificaba y se construía su isla. El mar nunca la dejaba y le apagaba sus infiernitos. Hasta que un día lo logró y construyó un lugar donde viven el volcán más grande del mundo, el volcán más ancho del mundo y el volcán más activo del mundo. Este último, el Kilawea, es la casa de Pelé.

Pasé medio día recorriendo los crateres del Kilawea, sintiendo un calor entre húmedo y desértico, admirandome ante la sencilla majestuosidad de la montaña silenciosa pero viva, sintiendome feliz de pisar lava que surgió de la tierra en 2003, y al final, llegando al sitio donde el volcán se entrega al mar, donde se crea tierra, donde la lava se solidifica y se vuelve isla. En verdad es muy hermoso. En verdad que no pude encontrarle peros, porque era simplemente apabullante y poderoso, porque creo que no hay nada más atractivo que el fuego que con naturalidad se deja petrificar por el mar.

Por si acaso, le pedí a Pelé que me dé un poco de su fuerza, porque es una fuerza suave, natural y precisa, femenina sí, pero poderosa por ella misma, no a causa de ello ni a pesar de ello. Eso, creo intuir, es la materialización de lo auténtico.