miércoles, octubre 26, 2005

Casiopea wishing upon a star...

viernes, octubre 21, 2005

Otra sobre justicia....

Me robo una frase del blog del escritor Heriberto Yepez:

"Juzgar pertenece a esa zona nuestra llamada infelicidad".

viernes, octubre 14, 2005

Cadáver exquisito

Según el método de Bertol Bretch:

Casiopea enloqueciendo, enloquecida, irremediablemente enloquecida, busca depósito de Prozac para ajustar todas sus cuentas con Elly Lilly, muñecas que solían acompañar su infancia llena de primos piratas que han logrado establecer negocio de venta de estupefacientes y camisas Zara de fayuca en Tepito, el barrio bravo de donde salió Cuauthemoc Blanco, ese hombre jorobado pero no el de Notre Dame de París ni tampoco de Montreal donde sucedió la catástrofe más grande del historial amoroso del muchacho con los ojos azules, tan azules como el mar de Tampico pero no de Madero porque ambos pueblos están peleados y divididos por una línea imaginaria, igual que las mitades izquierda y derecha de mi cerebro lo cual explica porque no entiendo nada de nada en este tiempo...

lunes, octubre 10, 2005

El bull terrier

Ahí estaba, maltrecho y acurrucado, viendo a toda la gente que pasaba por ahí con los ojos más tristes que he visto en la vida. Tenía muchas heridas en la cabeza y el hocico permanentemente abierto. Yo venía de donar unos pocos víveres a los damnificados de Veracruz para acallar las voces de mi conciencia, para suavizar la terrible sensación de vacío que me provoca el ser, verdadera y genuinamente, solidaria, aunque también verdadera, genuina e irremediablemente egoísta.

Venía con el corazón estrujado porque todos, desde el que dirigía el centro de acopio hasta el policía que me ayudó a bajar las bolsas de la cajuela de mi flamante coche nuevo (de hecho, era la segunda vez que usaba esa cajuela), me daban las gracias con lágrimas en los ojos, lo que me hizo pensar que la tragedia es mucho más real que mediática, a pesar de la manera tan burda en la que todos nos aprovechamos de ella para vender, comprar, llenar vacíos materiales o, peor, espirituales.

Y ahí estaba el perro. Ya no era un cachorro pero se veía joven y fuerte. No me acuerdo si fue a mi o a Selene a quién se le ocurrió tocar el timbre de esa clínica veterinaria pintadita de azul que está en la esquina de Corina y Río Churubusco. Salieron tres tipas con caras rosadas, pasadas de peso, uñas de lunita, batas blancas. Se burlaron de nuestros intentos por hacer algo por el pobre animal. Nos dieron con la puerta en la nariz, y eso que al menos una de ella estudió veterinaria...Y mientras, el perro comenzó a seguirme.

Le hablé y obedeció. Obedeció como no obedecen mis mascotas cauterizadas y bien alimentadas. Me vió con una mirada de verdadero desamparo y necesidad. Una mirada que yo jamás había visto, que a final de cuentas es pura y no es humana. Terminé comprándole unas salchichas, aventándoselas y echandome a correr ahora si llorando, con todo y Selene, para huir de él y de su mirada y de su hambre y de su desamparo y de su tristeza y desconcierto por haber perdido al dueño. Por supuesto me fui a refugiar en Galerías Coapa, ¿dónde más? Para eso, justo para eso, están los "malls", ¿o no?