lunes, junio 27, 2005

Sobre ese viejo caballo de palo...

Sí, ya sé que no es nada original escribir un post sobre Juanito Farías y su Viejo Caballo de Palo, que miles de bloggers se han desgañitando añorando las estrofas más sentidas y dramáticas de la infancia ochentera, en la que por primera vez fuimos despojados del mito de Benito Juárez como el consuelo y la esperanza de la clase media. En verdad que he leído y comentado el punto hasta el cansancio con los amigos de mi edad, algunos mayores y mis hermanas menores. Que si las hermanas de Lorenzo Antonio usaban shorts tipo calzón, que si Lolita Cortés apareció cantandole a Sancho Panza, que si la de las vocales, que si yo fuera presidente, que si Lucerito todavía no era Lupedito... y lo peor, el robo del primer lugar al indiecito oaxaqueno (o guerrerense, ¿qué importa?) que nos iba a redimir a todos y a reinvidincar la validez del benito-juarez-dream, para darselo a ese chicanito y con ello reinvindicar el otro sueño, el más real (y más crudo), que asocia el cruce de la frontera con adquiriri la capacidad de poner al país entero a mover la mano izquierda pa'adelante y la derecha para atrás.

Y a pesar de que no hay nada de originalidad en evocar esos recuerdos, a pesar de que se volvieron el lugar más común en la celebración de la nostalgia, a pesar de ello, estos días, por alguna razón, pienso en Juanito Farías y en Lorenzo Antonio. Pienso en el impacto que Juguemos a Cantar ha tenido en mi vida y en mi afición (o adicción) al drama, al histrionismo, a la cursilería y a las lágrimas absurdas. Pienso en que la anécdota del festival, personalísima, es tan colectiva que hoy es uno de los poquísimos puntos de convergencia que tengo con mis compañeros de oficina. Pienso en las historias obscuras sobre el destino del tal Juanito, que si es dueño de una carnicería al más puro estilo Delicatessen, que si es gay y tiene SIDA y vive en un pueblo en la frontera, que si es inocente como Pepe el Toro. En fin. Que el tal Juanito Farías y su archirrival Lorenzo Antonio están marcadotes con tinta indeleble en mi cabezota.

Y eso qué? Pues no sé. No me da gusto ni coraje ni tristeza. Solo se me ocurre que desde chiquitos participamos en el adoctrinamiento televiso que fabrica mártires morenitos y héroes clean-cut, que el Benito-Juárez-dream y el american dream son dos caras de la misma moneda, una que no sirve más que para incentivar sueños guajiros, entretener a la audiencia y, probablemente, incentivar la productividad clasemediera que aunque ama y añora a Juanito, siempre siempre prefiere parecerse a Lorenzo.

viernes, junio 10, 2005


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Gatos

Desperté como a las 4:30 de la mañana y no pude volver a dormir. Ver el televisor a esa hora es práctimente tan patético como verlo a las 12 del día, solo que ahora, en vez de señoritas que dan consejos para que las pestañas crezcan y analizan los ultimos episodios de las telenovelas, aparecen mujeres semidesnudas, secuaces de Walter Mercado y los brasileiros de Pare de Sufrir, buscando todos, cada uno de ellos, atrapar clientes sonmolientos que a esas indecentes horas no saben lo que hacen.

El único programa que había era uno sobre animales. Alguna de las múltiples versiones de "mi mascota es lo más gracioso del Universo" o "qué increíble es ser animal". Le dejé ahí. Ví a un pony que se sube a un auto convertible rojo y viejo y lo llevan a pasear, a un alce que se baña en la alberca de unos riquillos, a un par de perros que aullan cuando alguien les toca el piano y a una ardilla que infla globos.

Después vinieron los gatos. Ellos son punto y aparte. Apareció un gato atorado en el hueco de un árbol. Todo el pueblecillo suburbano se movilizó para desatorarlo. Trajeron a los bomberos, talaron el árbol para hacer más grande la abertura, le pusieron vaselina alrededor del cuerpo para que resbalara, lo jalonearon, la dueña lloró y el gato por supuesto estaba indignado. Al final lograron sacarlo. Los vió a todos con desprecio y se largó...

Más adelante apareció un par de gatos en el baño de una casa. Jalaban la palanca del inodoro y se ponían a brincar cuando escuchaban el agua correr. Después empezaron a jugar con el contacto de la luz y al final terminaron desparramando el papel por todos lados.

Al final salió un gatito que dormía sobre un televisor. Soñaba y movía las patas delanteras, como si quisiera atrapar algún bicho. Terminó cayendose, con tremendo grito y la dignidad lastimada.

Por eso me gustan, por arrogantes, fanfarrones, curiosos y por ser un poco locos, pero sobre todo porque jamás actúan de modo contrario a lo que sienten o quieren. A final de cuentas, hacen lo que se les pega la gana. También me gustan por sus orejas puntiagudas, su ronroneo cursi, sus bigotes de alambrito, sus ojos brillantes y sus patas acolchonadas...Mmmmm, tal vez yo ya fui gato...




jueves, junio 09, 2005


Nunca antes me hab�a pesado la distancia tanto como ahora que se que mi mejor amiga se va de mi lado. No es la primera vez que me separo de alguien tan querido por tanto tiempo, y sin embargo a�n antes de que se vaya estoy llena de nostalgia. �Es acaso que cuando uno se hace m�s viejo el tiempo y el espacio se vuelven m�s densos?